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viernes, 13 de noviembre de 2015

Y MIRE QUE NO SON MENTIRAS!!... CUENTO.

Y mire... Que no son mentiras!!...

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Era la casa de Don Andrés Pelayo, un sitio donde el tango rasgaba entre los murmullos de noches que sabían a recuerdos de anís, días felices que se fueron. Ahora el viejo se sentaba en el empedrado corredor, rodeado de madreselvas y bellas buganvilias, con un vaso de aguardiente y un estéreo de esos pasadillos de moda, en el cual tocaba una y otra vez los mismos Tangos.
Los amigos de la familia venían con el pretexto de visitar a Rosa y merendaban, bebían y se iban dejando sus más profundas condolencias por su estado de salud, el cual agravaba diariamente a pesar de que no solo Don Andrés pero también el resto de la familia, sus dos hijas Sara y Andrea, Pedro el carnicero y Luis, el muchachillo que adoptaron, seguían fervorosamente las indicaciones de Emilio el curandero.
Rosa sufría de una hinchazón terrible, sus piernas parecían dos zapotes, negras y cubiertas de llorosas llagas, pero lo que más atribulaba a la familia era aquella sed terrible de la que padecía, la cual era causada, según Emilio el curandero, por una serpiente acuática que vivía en el estomago de Rosa y con dolor del alma ensordecían ante los gemidos y clamores de la enferma, ignorando sus desesperadas suplicas, Don Andrés le subía el volumen al estéreo, para no escuchar sus ruegos ya que no era, según Emilio, ella quien pedía agua, pero aquella terrible serpiente que yacía en el fondo de su estomago
La gente no aprecia su recuerdo, pues cuentan que en una de esas noches de luna llena y poblada de cocuyos, vieron a Rosa tirarse al rió desde el puente y dicen que de la noche a la mañana desapareció toda el agua de su cauce, ahora el rió San Luis en la ciudad de Cúcuta, Colombia, durante la mayor parte del año, es un cañón árido y sin vida, durante las épocas de lluvia se llena su caudal pero se seca nuevamente, porque aparentemente, en alguno de sus recodos, aun vive la serpiente que consumió a Rosa.
Pobre Rosa, que el señor la tenga en su gloria.
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Fabio A. Pabon M.
CURANDERO TANGO.

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